04 Dic Little fifteen
15 años han pasado de aquel 3 de diciembre de 1999 cuando, junto con algunos compañeros de turno, rendimos aquel último final en la Facultad.
Alegría, desfachatez, huevos, harina, desenfado, temperas, entusiasmo, confianza, miedo, sueños y más son las fotos de aquel momento inolvidable.
El ejercicio mental de entender qué tiene en común mi yo actual con aquel niño presumido es atrapante. El camino se fue haciendo un poco de manera intuitiva y mucho de correcciones. En la trinchera diaria gané y perdí muchas batallas en este tiempo. El empeño que puse es irreprochable y el aprendizaje acumulado innegable.
Un lema emprendedor que me encanta asegura que quien más aprendió es aquel que más se equivocó. Que hay que equivocarse mucho y rápido. De manera inteligente. Los que me conocen ya lo saben, y al resto se los cuento, no concibo otra forma de hacer las cosas que con pasión.
A mi juicio, lo mejor de esta profesión es el impacto directo que tienen nuestras acciones sobre la vida de la gente. Los testimonios de los pacientes son tremendos, y a la distancia más. Es imposible no emocionarse.
Ahora, desde aquí les agradezco a todas las personas que, desde su lugar y con fe, me ayudaron a llegar a lugar donde estoy. Mis abuelos, mis viejos, mis hermanos, mis amigos, mis enemigos, mis sufridos pacientes, Lü, Coque y Queca.
Mi compromiso para los próximos 15 (o para la cantidad de años que siga ejerciendo mi profesión) son: hacer valer mi libertad, convicciones y honestidad, y mantener la fuerte intención de mejorar cada día. Poca cosa, no?
Mariano (@drmorgante)
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